A la Iglesia se la veía como hoy. Los burgos, barrios de artesanos, consideraban lejanos y conservadores a los monasterios y abadías; se les había detenido el tiempo, pues no se acercaban al pueblo cuando éste se alejaba de ellos. Eran mejor vistos muchos de los nuevos "movimientos religiosos", que compartían los trabajos del pueblo, las mismas necesidades, les hablaban en su lengua...
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Este fervor religioso popular mantiene las peregrinaciones a Jerusalén y a Roma para venerar a los apóstoles Pedro y Pablo, y a Santiago de Compostela a venerar el cuerpo del apóstol; se construirán monasterios, catedrales, hospitales...; realidades que nacen del arrepentimiento de una conducta nada ejemplar.
No voy a hablar de las órdenes de Caballería, las Militares, los juglares... De todos gocé algo. Me tocó vivir en medio de esta variedad de circunstancias. Era la mía, mi época, mi tiempo, semejante al vuestro. Creo que no se debe decir ni mejor ni peor. Mi tiempo.